Back to the Hard-Freeze /De vuelta al durofrio

in Food & Cultureyesterday (edited)


Happy week to all my friends at #Food-Culture

I’m delighted to share some cultural details related to food because Cuban culture is deeply influenced by external factors—usually shaping its development. In the 1960s or 70s, refrigerators (whether you call them nevera, frixi, or something else) were still a novelty. Having access to cold water, ice, or durofrío (hard-freeze treats) was something exotic back then.

Ice cream, that sweet treasure of cream and ice, has ancient roots, but in Cuba, it's on the verge of extinction. It's believed that the Persians already mixed mountain snow with honey and fruits, or prepared sweetened snow with nectar, and even milk with rice and ice. So much variety!

Who would have guessed that, twelve hundred years later, we'd return to the passion of the "durofrío" (hard-freeze)? All the efforts of Catherine de' Medici, bringing chefs to France to perfect recipes with milk and eggs, have been in vain, because now, to avoid gaining weight, many prefer ice cream made only with fruit and water.

Mine is just guava pulp and water with a bit of sugar. The transparency comes from the lack of milk and eggs, which are the ingredients that actually give ice cream its typical creaminess. Of course, presentation is a plus because these popsicles are similar to our "durofrío," except that this one is made in a beautiful mold, while the ones in my neighborhood are made in cut-up beer cans or, like mine, in a simple metal jar.

Hard-freeze in a mold

At six years old, I tried "durofrío" for the first time. In the countryside where I was born, there were no refrigerators. At that same age, we looked forward to the "copelita" (little scoop) on Sunday afternoons, when we'd walk hand in hand down the path to the fair to buy those waffle cones with a swirl of frozen that made us so happy.

Those machines where you pour the mixture and they sculpt the ice cream still exist in Cuba, but there are no more waffle cones or straws. Plastic cups are a hindrance to enjoyment. Still, nothing beats that homemade variant like the "durofrío."

The "durofrío," that rustic and compact ice cream, is a symbol of simplicity. It’s the ultimate neighborhood treat. The most beautiful and typical sight is a barefoot, shirtless child eating "durofrío" on their doorstep. They end up messy and still hungry, but with a certain satisfaction.

When we moved from the countryside to the city, we were innocent kids. We didn’t know the good or the bad of "durofrío," and that’s why we became the laughingstock: we got the "punzá del guajiro" (the country bumpkin’s brain freeze—a sharp pain behind the eye from all the nerves freezing, I suppose).

The "durofrío" is a product of poverty, a humble variant of ice cream, but healthier. In France, I saw many people choose sweet ice pops due to lactose allergies or diets. It was born in the streets of poor neighborhoods, crafted manually with ice, fruit essences, and sugar, pressed or frozen in molds until achieving its firm texture. Unlike creamy ice creams, the "durofrío" doesn’t require sophisticated machinery.

Sorbet cones

Every cold, sweet bite evokes nostalgia, reminding us that the most authentic pleasures don’t always come in fancy packaging, but in shared experiences—like those childhood games in the streets.

So much effort to invent the sorbet cone… and in the end, we prefer the "durofrío." But no one says you can’t drizzle a little condensed milk on it.

Thanks for visiting my blog. I'm an art critic, social researcher, and cooking enthusiast. I invite you to learn more about me, my country, and my writing. Text and photos are my own and Pixabay.





Español
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De vuelta al durofrio

Feliz semana para todos mis amigos de #Food-Culture

Me agrada hablarles de algunos detalles culturales relacionados con los alimentos porque la cultura cubana está permeada de influencias. Su desarrollo a estado supeditado a factores externos, por lo general. En la década del 60 o 70 del siglo XX aún era una novedad el refrigerador, nevera, frixi o como se le quiera llamar. Tener al alcance agua fria, hielo o durofrío era algo exótico.

El helado, ese dulce tesoro de crema y hielo, tiene raíces milenarias, pero en Cuba está en extinción. Se cree que los persas ya mezclaban nieve de las montañas con miel y frutas, o preparaban nieve endulzada con néctar, e incluso leche con arroz y hielo. ¡Cuánta variedad!

¿Quién nos diría que, siglos después, volveríamos a la pasión del durofrío? Todos los esfuerzos de Catalina de Médici, llevando chefs a Francia para perfeccionar recetas con leche y huevo, han sido en vano, porque ahora, para no subir de peso, muchos prefieren el helado solo con fruta y agua.

Este mío es solo pulpa de guayaba y agua con un poco de azucar. La transparencia se debe a la falta de leche y huevo que son los productos que en realidad aportan la cremocidad típica del hrlado. Claro, la presentación es un bien añadido porque estas paletas son un producto similar a nuestro durofrio solo que este es hecho en un hermoso molde y el de mi barrio, en las latas de cervezas recortadas o como el mío en un simple frazco de metal.

Durofrío en molde

A los seis años probé el durofrío por primera vez. En el campo donde nací no había refrigerador. A esa misma edad, nos sorprendía el copelita de los domingos por la tarde, cuando íbamos agarrados de la mano por el sendero rumbo a la feria, a comprar aquellos barquillos con una espiral de frozen que nos hacían felices.

Esas máquinas a las que se vierte la mezcla y van esculpiendo el helado aún existen en Cuba, pero ya no hay barquillos ni sorbetes. Los vasos plásticos son un impedimento para el disfrute. Sin embargo, nada supera a esa variante tan casera como el durofrío.

El durofrío, ese helado rústico y compacto, es un símbolo de sencillez. Es el manjar de barrio por excelencia. Lo más hermoso y típico es ver a un niño descalzo y sin camisa, comiendo durofrío en el quicio de su puerta. Termina embarrado y con hambre igual, pero con cierta satisfacción.

Cuando vinimos del campo a la ciudad, éramos unos niños inocentes. No sabíamos ni lo malo ni lo bueno del durofrío, y por eso fuimos el hazmerreír: nos daba la "punzá del guajiro" (un dolor punzante detrás del ojo, por la congelación de todos los nervios, digo yo).

El durofrío es fruto de la pobreza, una variante humilde del helado, pero más sano. En Francia, vi a muchas personas elegir paletas de hielo dulce por alergias a la lactosa o por dieta. Nació en las calles de barrios pobres; se elabora artesanalmente con hielo, esencias frutales y azúcar, prensado o congelado en moldes hasta lograr su textura firme. A diferencia de los helados cremosos, el durofrío no requiere maquinaria sofisticada.

Conos de sorbete

Cada mordisco, frío y dulce, evoca nostalgia, recordándonos que los placeres más auténticos no siempre vienen en envases lujosos, sino en experiencias compartidas, como aquellos juegos infantiles en las calles.

Tanto esfuerzo para inventar el cono de sorbete… y al final, preferimos el durofrío, pero nadie dice que no se le pueda poner algo de leche condensada.

Gracias por visitar mi blog. Soy crítica de arte, investigadora social y amante de la cocina. Te invito a conocer más de mí, de mi país y de mis letras. Texto y fotos de mi propiedad y Pixabay




Sort:  

🌞🍧 Qué delicia leerte… No solo por el sabor que uno puede imaginar al ver el durofrío, sino por toda la memoria emocional que despierta. Me hiciste viajar a mi infancia, a los días de sol, a la alegría sencilla de un helado casero que no necesita más que fruta, hielo y amor. 💛

Tu forma de narrar es un homenaje a lo humilde, a lo auténtico. El durofrío, como lo describes, es más que un postre: es identidad, es barrio, es raíz. Y eso lo convierte en un verdadero tesoro cultural. Gracias por rescatarlo con tanto cariño. ✨🍓

@florecemujer

Gracias a ti por tu manera tan bonita de dar cariño. Escribes tan bonito. Gracias. Un abrazo.

Querida @iriswrite.... Tus palabras me llegan como un abrazo suave y me animan a seguir compartiendo desde el alma. Qué hermoso es cuando nos reconocemos entre letras y emociones. 🌸
Un abrazo grande y lleno de gratitud. 💛
@florecemujer

💜🤍

Ay, amiga... En la escuela primaria, siempre llevaba veinte centavos para comprar durofrío, lo vendían de cualquier fruta y no importaba... Yo llevaba siempre mi vasito plástico y allí me lo comía de merienda. Cómo dices, no quitaba el hambre pero si que se disfrutaba. Ya en la carrera de Medicina, en unas BET, en un campamento en un campo muy intrincado, volví a ver los durofríos... Y ni sopresa mayor, es que viviendo en Venezuela, encontré que es muy normal tomarlos, incluso lo prefieren a los helados, y les tienen diferentes nombres en dependencia de la forma.

Ah mira que interesante. Si es curioso verlos en las neveras de los mercados de sabores insospechados. Gracias por ilustrarnos.

💜🤍

Amiga no se juega con los sentimientos de esa manera, con este calor desesperante y tú mostrando esas sabrosas y refrescantes paletas, ¡ Que rico!
Envidio la facilidad que tienes para reir en todas las fotos de manera tan hermosa y natural sonrisa.

🤣🤣🤣 aun no se habían congelado los dientes jjj que tiempos aquellos

Ese duro frío hya que probarlo. Todo lo que tocan tus manos que da súper

A mis hijos le encanta el durofrío!
Veré si le puedo preparar algunos en estos días.

Siiii animate

Soy re fan de los durofríos! Desde pequeño, cuando regresábamos de los juegos de pelota, los comprábamos a 1 peso cada uno. Eran de 10 en 10 jajajaja.
Gracias por traerme estos recuerdos.
Abrazos

Siii los veo en el barrio jjj. Bonitos recuerdos

Mi duro frío favorito era el de mango 😋😋😋😋😋

Jjjj a veces es de polvito jjj

Wow

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Nice photo and nice recipe for the food
Peace

Thank you 🤍💜

Tu post me ha llevado a la infancia. Cada vez que mis padres me daban dinero, iba directo a comprar durofrio.

Mi favorito era el de coco y ahora que lo mencionas, me embullo a prepararlo porque con estos calores no hay nada más refrescante.

Si lo haces lo muestras jjj

Ahora , a mis 40, el durofrío me sabe a infancia

Un tipo de helado que se ve delicioso, los recuerdos de la infancia comiendo helado son unicos, con lo facil que es prepararlo a mi tambien me gustaria hacerme uno.

Inténtalo y verás que delicia