Volviendo a ser niña🎀✨ | #Hive14Challenge [SPA - ENG]

¡Holisssssss!

Hoy les traigo una entrada más ligera y cuchi, pero que tiene mucho corazón y un toque de nostalgia épica. A ver, seamos honestos: ¿quién no ama un buen coleccionable? Más aún cuando la nostalgia te golpea con la fuerza de un tsunami rosa y blanco, y el catalizador es una simple Cajita Feliz de McDonald's.

El cuento es que la cadena de comida rápida se lució con la colaboración que sacaron con Hello Kitty, y automáticamente, mi yo adulto, responsable y con deudas, se esfumó. Pero la cosa va más allá. Les confieso algo: ¡tenía como 15 años sin comerme una Cajita Feliz! La última vez, seguramente, fue cuando la Tierra era plana (es broma, pero casi). Este reencuentro con la famosa caja de cartón fue un viaje en el tiempo demasiado emotivo. Desde que vi la publicidad, supe que tenía que ir a buscar mi dosis de felicidad, y esta vez, la experiencia fue perfecta: fui con mi hermana. Y es que, ¿quién mejor para revivir esos recuerdos de infancia que la persona que los vivió contigo? Para que no queden dudas de nuestra autenticidad, un dato fundamental: nuestras Cajitas Felices eran de nuggets, porque las de hamburguesa muy poco nos gustan 🤭. ¡Una vez nuggetera, siempre nuggetera!

Heyyyyyyy!

Today I bring you a lighter, cuter post, but one with a lot of heart and a touch of epic nostalgia. Let's be honest: who doesn't love a good collectible? Even more so when nostalgia hits you with the force of a pink and white tsunami, and the catalyst is a simple McDonald's Happy Meal.

The thing is, the fast-food chain really outdid itself with its Hello Kitty collaboration, and automatically, my adult, responsible, debt-ridden self vanished. But it goes beyond that. I'll confess something: I hadn't eaten a Happy Meal in about 15 years! The last time was probably when the Earth was flat (just kidding, but almost). This reunion with the famous cardboard box was an overly emotional trip down memory lane. From the moment I saw the ad, I knew I had to go get my dose of happiness, and this time, the experience was perfect: I went with my sister. After all, who better to relive those childhood memories than the person who lived them with you? To leave no doubt about our authenticity, here's a key piece of information: our Happy Meals were nuggets, because we don't really like hamburgers 🤭. Once a nugget lover, always a nugget lover!

Nuestra misión era conseguir las figuritas. Como ven en las fotos (¡la prueba del crimen!), salimos de allí con dos bellezas:

• La Kitty japonesa, la que tiene el kimono rojo y el abanico, lista para un matsuri japonés. ¡Es una ternura! (Sí, esa misma con la que me puse a jugar a taparme la cara en la foto, ¡la emoción era real!).
• La Kitty manager de McDonald's, la que está vestida de uniforme gris y azul, con su corbatita y todo. Un clásico que celebra la unión de estas dos marcas.

Tener estas figuritas en la mano, con sus detalles de tela y esa sonrisa adorable (aunque sabemos que Kitty no tiene boca, ¡igual sonríe con los ojos!), es desconectarse del estrés por un rato. No es solo un juguete; es un ticket de regreso a cuando lo más importante del día era decidir si querías el muñeco o el carrito, y el debate con tu hermana era quién se quedaba con el mejor.

Our mission was to get the figurines. As you can see in the photos (the evidence!), we left with two beauties: - The Japanese Kitty, the one with the red kimono and fan, ready for a Japanese matsuri. She's so cute! (Yes, the same one I used to cover my face in the photo—the excitement was real!). - The McDonald's Kitty manager, the one dressed in a gray and blue uniform, complete with a little tie. A classic that celebrates the union of these two brands.

Holding these figurines in your hand, with their fabric details and adorable smile (even though we know Kitty doesn't have a mouth, she still smiles with her eyes!), helps you disconnect from stress for a while. It's not just a toy; it's a ticket back to when the most important thing of the day was deciding whether you wanted the doll or the stroller, and arguing with your sister about who got the best one.

¿Por qué nos emocionan tanto estas cosas? La respuesta es simple y profunda: porque nos da permiso para ser simples y felices de nuevo. Sentarse en esas mesas de McDonald's, con la cajita de cartón, sosteniendo la figura de Hello Kitty, es un acto de rebeldía contra la adultez. Es recordar esa época, hace 15 años, donde las preocupaciones eran mínimas y la fantasía era el idioma oficial.

Fue demasiado bonito compartir ese momento con mi hermana. Nos reímos, recordamos anécdotas viejas y jugamos a posar con los peluchitos. Me di cuenta de que la esencia no se trata solo de acumular cosas, sino de colectar momentos y de compartir la alegría simple. Es validar que está bien seguir amando las cosas que amabas cuando eras chama. La vida adulta es dura, tiene facturas, responsabilidades y noticias pesadas, pero coleccionar estas figuritas es como tener una burbuja de aire fresco, donde todo es color rosa y la única decisión difícil es cuál Hello Kitty te vas a llevar a casa. Además, ¡saber que estábamos comiendo los mismos nuggets que pedíamos hace años le da un toque extra de autenticidad a la nostalgia!

Why do these things excite us so much? The answer is simple and profound: because it gives us permission to be simple and happy again. Sitting at those McDonald's tables, with the cardboard box, holding the Hello Kitty figure, is an act of rebellion against adulthood. It's remembering that time, 15 years ago, when worries were minimal and fantasy was the official language.

It was so nice to share that moment with my sister. We laughed, reminisced about old stories, and played around with the stuffed animals. I realized that the essence is not just about accumulating things, but about collecting moments and sharing simple joy. It's validating that it's okay to continue loving the things you loved when you were a kid. Adult life is hard, with bills, responsibilities, and heavy news, but collecting these figurines is like having a bubble of fresh air, where everything is rosy and the only difficult decision is which Hello Kitty you're going to take home. Plus, knowing that we were eating the same nuggets we used to order years ago adds an extra touch of authenticity to the nostalgia!

No se nieguen esa dosis de ternura y de fun. Vayan, pidan su Cajita Feliz sin pena y celebren la alegría de las cosas pequeñas.

Don't deny yourself this dose of tenderness and fun. Go ahead, order your Happy Meal without shame and celebrate the joy of small things.