
Mi viejo Sacapuntas
Pequeño centinela de la infancia,
tu cuerpo de baquelita color vino,
ha sentido no solo lápices desgastados,
sino las manos de una familia.
Tus giros eran música a mis oídos,
el crujido del lápiz entre dientes de acero.
Cada viruta dispersa, testigos de un tiempo,
donde la imaginación galopaba con los sueños.
Eras como un viejo maestro diciendo:
la escritura legible requiere una punta precisa,
y el grafito no aparece sin un desgaste previo.
La belleza está en lo simple,
y no puede haber fruto sin acción.
Hoy adornas la sala de nuestra casa,
tu eco vive en los recuerdos,
en cada letra temblorosa de mis cuadernos,
y en la memoria de un aula que aún respira.
No eres solo una herramienta,
eres un tótem del tiempo,
de momentos compartidos,
eres un Staedtler, alemán y amigo,
que no solo afiló lápices,
sino que también supo abrazar,
los cimientos de mi educación.


Fotos tomadas con mi teléfono Pixel 6a
Separador de texto. Libre uso por @eve66
Texto por Andrés Brunet

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